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Perdido en el tùnel de los trasgos

Cuando Bilbo abriò los ojos, se preguntò si en verdad los habìa abierto, pues todo estaba tan oscuro como si los tuviese cerrados. No habìa nadie cerca de èl (...) No podìa ver nada, ni oìr nada, ni sentir nada, excepto la piedra del suelo. (...) Tratò de orientarse de algùn modo, y se arrastrò largo trecho hasta que de pronto tocò con la mano algo que parecía una nillo pequeño, frío y metálico, en el suelo del túnel. (...) Casi sin darse cuenta se metió la sortija en el bolsillo.

J R R Tlkien.

El Hobbit.

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