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Cuando (Case) tenìa diecinueve años, habìa pasado parte del verano en el Gentleman Loser, (...) observando a los vaqueros. Nunca habìa tocado una consola, pero sabìa lo que querìa. Habìa entonces otros veinte esperanzados rondando el Loser, (...) cada uno decidido a trabajr como asistente de un vaquero. No habìa otra forma de aprender.

Todos habìan oìdo hablar de Pauley, el jinete de los suburbios de Atalanta, que habìa sobrevivido a la muerte cerebral detràs del hielo negro. El rumor -debil, callejero, el ùnico que se oìa- decìa solo que Pauley habìa logrado lo imposible. (...)

 La èlite de vaqueros del Loser evitaba a Pauley a causa de alguna extraña ansiedad grupal, casi una supersticiòn. McCoy Pauley, el làzaro del ciberespacio...

Y al final fue el corazòn lo que acabò con èl. El corazòn ruso, un excedente militar que le habìan implantado en un campo de prisioneros durante la guerra. Se habìa negado a cambiàrselo, diciendo que necesitaba ese latido particular para conservar el sentido del tiempo.

William Gibson.

Neuromante.

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