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El bibliotecario

Con el paso del tiempo, el Bibliotecario ya no fue necesario. El Buscador lo hacìa todo, tenìa todas las respuestas, o por lo menos, los Enlaces adecuados que podìan conllevar a esa respuesta.

Lejos de amilanarse ante esta situaciòn, el Bibliotecario se armò de paciencia y mala fe y empezò a tejer un laberinto, a construir una red donde atrapar al Buscador...

Bufòn.

Ciencia ficción colombiana

Los seguidores

(...)

Conocì a Gagarin en la calle.(...). Èl habìa instalado un telescopio en la acera.

-Vea a Fobos- me dijo-. Perderà pocos segundos.

(...) Yo no habìa visto el cielo. A diario està uno todo el tiempo bajo techos o mirando hacia adelante. De modo que vì a  Fobos minusculo en el cielo y me sentì maleable.

Dìas despuès me llevò a la azotea del Hotel Atlantico, entonces abandonado, donde se congregaban en las noches con los telescopios. El sabìa la posiciòn de los astros y cada vez nos los indicaba. Nosotros amanecìamos vindolos, invadidos de asombro, con la certidumbre de que el contenido del cielo no està ni arriba ni abajo y que se està alejando.

(...) Y nos multiplicabamos. (...) Pero siendo tantos se le dificultò a Gagarin mantener el control. Se presentaron riñas (...) Y luego comenzò a gestarse el malestar de un puñado contra Gagarin.

(...) Entonces ocurriò el percance. Uno de los detractores cayò arrojado desde la escalera entre los pisos doce y trece despuès de una rencilla. Y sus amigos acusaron a Gagarin de inspirador del homicidio e hicieron que lo arrestaran.

Muchos han vuelto a su modo de vida anterior. (...) Porque la detenciòn de Gagarin se difundiò por los noticieros y ahora nos echan de los edificios (...) O si nos descubren mirando nos quitan los telescopios y nos obligan a bajr y a dispersarnos.

Heider Rojas

Algeciras, Huila, 1963.

Supresiòn de las cartas

Ediciones indice, Santa Fe de Bogotà, 1999.

Monstruos y seres distintos

Los extraños -habitantes de una utopìa,monstruos o, sencillamente, seres distintos- son un espejo del hombre(...)

Pero ese espejo no solo refleja, sino que transforma y constituye una matriz virgen y una dìnamo alquìmica: el espejo es un crisol.

Darko Suvin.

Metàfora de la ciencia ficcion.

Fondo de cultura ecònomica, Mèxico,1984.

Ciencia ficción

Por tanto, no es sòlo la curiosidad humana y humanizadora bàsica lo que da nacimiento a la ciencia ficcion. Màs allà de una indagaciòn por nadie dirigida, causa de un juego semàntico sin referente claro, el gènero ha estado unido siempre a la esperanza de encontrar, en lo desconocido, el ambiente, la tribu, el estado, la inteligencia ideal o cualquier otro aspecto del Bien Supremo (o almiedo y el rechazo de su elemento opuesto). De todas maneras, se da por hecho la posibilidad de otros sistemas coordenados y campos semànticos extraños y covariantes.

Darko Suvin.

Una cruza

Una cruza
 
Tengo un animal curioso mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina a los ratones. Horas y horas pasa al acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente, es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano. Por qué hay un solo animal así, por qué soy yo el poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, como se llama, etcétera.

No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas, no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino.

En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene un solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez —eso le acontece a cualquiera— yo no veía modo de salir de dificultades económicas, ya estaba por acabar con todo. Con esa idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.

Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable.

Franz Kafka.

Tomado de www.letrasperdidas.galeon.com

Caín

Siento inclinaciòn hacia la herejìa de Caìn (...) . Dejo que mi hermano se vaya al diablo a su manera.

Robert Louis Stevenson.

El último hombre

El ùltimo hombre
Cuenta la leyenda que el ùltimo hombre bajò de su aparato mecànico, ahora inservible por falta de combustible, y  arrastrò su vida apagada hasta el mar, fuente de toda vida y respuesta y desde allì, postrado, clamò para que su Dios compareciera...

Dicen los charlatanes, alrededor de la hoguera, cuando la tribu se reùne despuès de comer a contar historias y a acicalarse, que el hombre no obtuvo respuesta, debido a que su dios se habìa desentendido de èl o lo habìa olvidado, quizàs porque el dios estaba senil o enfermo o tal vez porque estaba muerto.

Sin embargo,los sabios señalan que el hombre no consiguiò respuesta, simplemente porque Dios era èl y èl estaba con Dios, y que al morir el hombre Dios desapareciò con èl...

Bufòn.

Alienígenas


Si habìa alienìgenas en otros planetas de la galaxia, que se subieran a su propio cielo. Que no descubrieran la Tierra; que no se presentaran, pensò, ante los pueblos de la Tierra. Ya era bastante dìficil hallar sentido a la vida en una era alejada de la religiòn; cuanto màs dìficil si se supiera que habìa millares de planetas màs, abarrotados de seres vivos que, a semejanza de los humanos, se enfrentaban a la lucha cotidiana para sobrevivir...¿para què?

Brian Aldiss

Dràcula desencadenado.

Celeste ediciones, S.A.. Madrid, 2001.

El libro

El libro

Fustiguè los estantes de las bibliotecas pùblicas en busca de aquèl libro.

Desesperado, interroguè las vitrinas de las librerìas, aùn cuando presentìa que dicho volumen no estarìa en ellas, por no tratarse de un best sellers. Recorrì con ardor los puestos de los vendedores de libros de segunda, pero al parecer los dioses no me eran propicios en esta bùsqueda insensata.

Esa noche, soñè con el libro.

Al despertar, interroguè mis pàginas ajadas y encontrè un fragmento del libro en uno de mis poemas mal logrados; sorprendido, me mirè al espejo y hallè un parrafo completo reflejado en èl...

Quiera Dios que algùn dìa me estè dado leer el libro entero...

Bufòn.

La pared de pizarra

La pared de pizarra

En el otoño de 1868, en una mina carbonìfera cerca de Hammondsville, (...) un minero llamado James Parsons se encontraba trabajando relativamente cerca de la superficie. De pronto, cayò en el pozo una cantidad bastante considerable de carbòn, dejando al descubierto una pared de pizarra cubierta de inscripciones. (...)Algunos profesores advirtieron cierto parecido entre estas inscripciones y los jeroglìficos egipcios: teniendo en cuenta la edad de la veta carbonìfera, estas inscripciones databan por lo menos, de dos millones de años de años.
Las inscripciones se oxidaron tan aprisa que los expertos procedentes de las grandes ciudades americanas para examinarlas y descifrarlas no llegaron a tiempo para ello.

Jacques Bergier

Los extraterrestres en la historia

El mundo

Dios todavía no ha creado el mundo;sólo está imaginandolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso.

Augusto Monterroso

Nòmadas

Nòmadas

Ellos siempre habìan sido nómadas y eso no había cambiado con el tiempo, pero ahora procuraban controlar los ìmpetus de sus desplazamientos desde que comprendieron que, algunas veces, sus abruptas irrupciones podìan generar cambios inverosìmiles en el planeta- o incluso en el sistema completo- de destino, con consecuencias imprevisibles, nefastas unas, otras un tanto desconcertantes, como la ocurrida en aquel planetoide azul, en el cual la fuerza de su arribo trastornò tanto el entorno que provocò la desapariciòn total de la especie dominante, seres instintivos pero de gran adaptabilidad, permitiendo la ascenciòn de una raza màs dèbil, menos resistente, pero poseedora de un vislumbre de conciencia que les permitiò sobrevivir.

Para algunos de Ellos este hecho era una perentoria advertencia.

Para otros, no era màs que una de esas ironìas de la naturaleza...

Bufòn

Los Restituyentes

Los Restituyentes
 
Cuando la antigua raza de los Restituyentes arribó a la Tierra, la visión de un mundo ferozmente destruido auguró pocas esperanzas de que valiera la pena restituir a la especie causante de tal devastación.

De todas maneras, más por meticulosidad en el trabajo que por convicción, se pusieron manos a la obra en su incansable labor de reconstruir vidas apagadas.

Era poco lo que quedaba, y estos fragmentos aislados rsultaban casi imposibles de situar dentro de una imagen general, que permitiera la comprensión de la extirpe desaparecida.

No obstante consiguieron arrebatarle a la muerte y al olvido parte del botín cosechado. Los primeros seres abocados a la recreación a partir del último instante antes de la destrucción, despertaban presas de la angustia, los ojos desorbitados, la boca podrida en alaridos. No tardaban en morir, víctimas de su propia desesperación.

Los Restituyentes se encontraron perplejos. Al parecer estos seres no tenían ninguna motivación para aferrarse. Pensaron que quizás en criaturas de fisilogía ten endeble, la aniquilación total debió resultar traumática, así que en los siguientes intentos los seres fueron recreados a partir de momentos más alejados del apocalipsis final. Pero los resultados fueron iguales. Los seres se eclipsaban hasta borrarse. Desconsolados, los Restituyentes estaban a punto de abandonar, cuando uno de Ellos descubrió material escrito. Se trataba de unos pocos folios apenas conservados. No fué díficil comprenderlos ya que las formas comunicativas del planeta habían estado vagando por el espacio durante mucho tiempo.

Las páginas ajadas hablaban de un sentimiento llamado amor, que instalaba al sujeto en la esperanza de la trascendencia, del rompimiento de los límites individuales para unirse en uno con el objeto de su amor, trasgrediendo dimensiones de espacio y tiempo.

Dada que la suya era una sociedad más que todo científica y tecnológica, un entendimiento como este era para Ellos no sólo extraño sino además tentador.

De vuelta al trabajo, restituyeron a todos los seres encontrados alrededor del del punto en que fueron hallados los documentos y,una vez despiertos, interrogados al respecto. Nadie parecía saber nada y se marchitaban sin ganas de luchar.

No obstante, al fin encontraron a un hombre que pareció interesado. Los Restituyentes le mostraron las hojas de papel para que revelara su significado.

Él las miró extraviado...

-Lo que tienen aquí-explicó- no son una muestra de escrituras sagradas ni legislaciones ni novelizaciones que regían nuestras vidas... Esto ahora lo recuerdo, son cartas devueltas que envié a una joven a la que juré amar toda la vida, pero a la que abandoné causandole un gran dolor...

El ser no dijo nada más y languideció hasta extinguirse.

Los Restituyentes regresaron a sus naves, decepcionados de que, una vez más, habían sido burlados en sus intenciones...

Bufón

29-10-05/17-04-07

Refugio

Refugio

Refugio
 
Durante muchos años de fatigar las bibliotecas del mundo, Abdul Assir habìa conocido todo tipo de libros: volùmenes que eran ventanas a otras vidas, hermosos papiros que al ser revelados en sus pàginas reflejaban el rostro -y tal vez el alma- del lector que se abismaba en ellos; habìa oìdo hablar de tablillas de barro y estelas de piedra que podìan conducir al lector a la presencia directa de la divinidad, e inscripciones en templos antiguos que era mejor no leer para no correr el riesgo de precipitar el fin de la creaciòn.

Incluso, alguna vez razonò que el universo entero podrìa ser un libro -infinito e ubicuo, rasgos no ajudicables a un libro humano-, en el que sòlo Dios podìa leer...

Pero nunca habìa visto un libro que fuera un refugio. Y mucho menos que se tratara de un tomo tan prosaico - un best-sellers de segunda mano- ,donde el joven lector se abstraìa de tal manera, que durante horas el mundo y su sordida realidad desaparecieran y el dolor ya no pudiera alcanzarlo...

Bufòn.

Revelaciòn.

                           "...Crushed like a

                            bug in the ground..."

                            Radiohead.

La noche antes de morir, escondido bajo el sillòn, sobre el suelo polvoriento, con la manzana podrida clavada en el costado y las paas inservibles llenas de motas de suciedad, Gregor Samsa comprendiò el sentido de su vida, el de cualquier vida.

Pero la imposibilidad de articular lenguaje humano le impidiò comunicar a alguien sus certezas; incluso, aunque hubiera podido hablar, ¿con quièn podrìa haberlo hecho?, ¿con el padre todopoderoso nuevamente dueño de sì mismo; con la madre postrada a causa de la verguenza; con la hermana indiferente; con la criada impertinente que gozaba hacièndolo sufrir?...

Gregor permaneciò en su sòrdido rincòn, con el acerbo sabor de la recièn adquirida experiencia latièndole en la boca hasta que, al filo de la madrugada, casi sin darse cuenta, muriò...

Bufòn.

Ciudad

A. recorriò las calles deshojadas, la ciudad de repente silenciosa, congelada, sòlo para constatar, con un indicio de pànico ardiendo entre su pecho, que era el ùnico habitante de una ciudad abandonada...

La ciudad

Al final, la ciudad se convirtiò en el hàbitat marchito de una marea en constante movimiento de desposeìdos fantasmas grises, algunos como jirones de telas sucias aleteados por la brisa, otros como hojas de papel o restos de empaques de pasabocas arrastrados calle abajo; o como pequeñas nubes negras del humo del escape de un motor a gasolina, barridos por el viento...

04-05-07

Espejos

Espejos

La magia de los espejos era poderosa en ese paìs. Al abocarse a los espejos y a travès de ellos, las personas podìan establecer contacto con los muertos y los ausentes; pero sobre todo, mirando su propio reflejo en las aguas congeladas, podìan comunicarse consigo mismos...

Bufòn.

Rocky Lunario

Rocky Lunario

          ¡Ay!, destructores de los muros de vuestra casa

          que en un amargo reinar teníasis puesto los ojos.

          Esquilo.

Rocky Lunario estaba impaciente porque su provisión de chicle se había terminado. (...)

Miró allá arriba la Tierra llena y su depósito de oxígeno se llenó de nostalgia al presentir los lugares más queridos que albergaba su detector de recuerdos (...) echó rabiosamente de menos la piscina, el sol, los largos muslos de las bañistas en el Privette Club de Fort Lauderdale, a dónde solía escaparse cada vez que le daban un respiro en el entrenamiento los lanzacohetes de la base. Después de muchos ensayos infructuosos la cosa había resultado y los relevos comenzaron inmediatamente. Cada hombre podía permanecer un año en la base lunar, y cuando llegó su turno ya estaban listas todas las instalaciones dispuestas para descubrir satélites extraños, explosiones atómicas en el ámbito terrestre, interceptores de cohetes piratas y la gigantesca plataforma de misiles, que debía estar siempre lista para entrar en acción y que había garantizado a su país supremacía total.

(...)

Sus deberes consitían primordialmente en pasar revista al inmenso tablero de control lunar,que daba los datos exactos sobre el funcionamiento de toda la instalación atómica...(...)

La luna entre Rocky Lunario y el hastío no era nueva, sin embargo.

(...)

Encaminó sus pasos, extrañamente ágiles bajo la envoltura de oso polar, hacia el ciclotrón que parecía una inmensa clepsidra tendida en el mar de  polvo blanquecino.

(...)

Al llegar  frente a la estrecha puerta de metal, accionó  con soltura el mecanismo disimulado que,  al mismo tiempo que desconectaba el sitema automático de defensa, abría la puerta blindada de esteatita. Pasó por el estrecho vestíbulo y subió a grandes brincos deportivos la escalera de caracol, hasta llegar al control de mando.

(...)

Se acomodó en el sillón central y se quitó los guantes y la escafandra (...) Sus dedos tamborilearon sobre las teclas del tablero de mando, que accionaban el lanzamiento de los proyectiles.

Al apretar la tecla central- la de potencia máxima- quedó asombrado al no escuchar ningún ruido. Dos segundos más tarde vió elevarse al silencioso misil .

Tardaría doce horas en llegar.

Del bolsillo trasero del pantalón sacó el cuaderno de tiras cómicas (...) y se dispuso a esperar el momento en que la Tierra fuera borrada del firmamento.

René Rebetez.